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El colectivo Periodistas Argentinas presentó este martes en el Senado de la Nación el informe "La cultura del acoso: punto y aparte", además de la propuesta de atender el acoso en el ámbito laboral se hizo público el testimonio de 19 mujeres que denuncian diferentes situaciones de acoso por parte del periodista Pedro Brieger.
El objetivo de este informe "no es el escrache", explicaron las periodistas en una conferencia de prensa -donde indicaron que consideran "imprescindible" que Brieger pida disculpas públicas a las afectadas-, sino "la necesidad de terminar con la cultura del acoso, que este caso nos revela en toda su compleja dimensión".
La denuncia pública que se difundió este martes se
"encarna en una persona" pero "también desnuda responsabilidades
institucionales de medios públicos y privados, instituciones académicas
públicas y privadas y todos y cada uno de los contextos y personas que
silenciaron y naturalizaron estas violencias que son imposibles de
soportar", advirtieron las periodistas.
LOS TESTIMONIOS
Testimonio 1 (Año: 1995. Escenario: Universidad de Belgrano.
Afectada: Empleada Administrativa)
“Brieger llamó a la Universidad de Belgrano, preguntando por
una de las autoridades de la Facultad. Y como no estaba, le dijo a la
secretaria: 'Estoy en casa, en short, ojotas, en un sillón muy cómodo y con mi
(...) muy duro'. Y luego le dijo una serie de groserías. La secretaria le cortó
la llamada, pero Brieger volvió a llamar varias veces durante ese mismo día,
así que ella habló con el decano y el director de la carrera, quienes
intervinieron, convocaron a Brieger y le dijeron que tenía que renunciar a su
cargo docente. Según personas cercanas a la secretaria, ella vivió con miedo
por mucho tiempo, al punto que cambió el recorrido cotidiano para llegar a la
universidad”.
Testimonio 2 (Año: 1996. Escenario: Edificio donde vivía
Brieger. Afectada: Vecina)
“Vivíamos en el mismo edificio, en Belgrano. Yo en la planta
baja, él, unos pisos más arriba. Cada vez que nos cruzábamos él me miraba
libidinosamente. Un día subí por el ascensor hasta la terraza para colgar la
ropa. Él justo había entrado al edificio y subió conmigo. Enseguida me expresó
que cada vez que me veía salir con mi bicicleta, le calentaba mi culo
subiéndose al asiento. Luego, se abrió la bragueta del pantalón y sacó su pene.
No supe qué hacer. Volví a mi casa asustada y helada, dejé el canasto y subí a
la casa de unos vecinos a contarles lo que me había pasado. Ellos le tocaron la
puerta, pero él no respondió. Mis vecinos me sugirieron que hiciera la
denuncia. Cuando salí camino a la comisaría, me crucé con un policía de la
calle y le pedí ayuda: `Es la palabra tuya contra la de él: ni te molestes, me
dijo. Mirar para todos los costados cada vez que tenía que entrar o salir del
edificio me estaba volviendo loca. Pedí dinero prestado porque no tenía un
mango (criaba sola a dos criaturas) y apenas pude, me mudé”.
Testimonio 3 (Año: 1996. Escenario: Conferencia. Afectada:
Alumna)
“Tenía 21 años, era alumna de tercer año en TEA, había
cursado Política Internacional con él y había trabajado en la investigación de
uno de sus libros, sin percibir remuneración. En agosto o septiembre de ese año
me invitó a una conferencia del escritor español Juan Goytisolo en la Fundación
Los Cedros, muy cerca de la facultad, por lo cual a la salida de TEA fuimos
caminando hasta el lugar. Durante el trayecto, hizo comentarios sobre la ropa
que llevaba puesta, me preguntó si tenía novio, etc. Mientras esperábamos el
inicio del evento sentados, de la nada, me susurró: `cómo te bajaría la
bombachita y te pegaría en la cola´. Me quedé absolutamente paralizada, muda, sin
saber qué hacer. Transcurrió toda la conferencia y no me moví. Luego hubo un
cóctel, en el que me alejé de él todo lo posible, hasta que me dijo `¿nos
vamos?´. Le dije que no, que me iba a quedar. Esperé un rato y salí mirando
para todos lados, aterrada de que estuviera en la calle, o escondido en algún
lado. Siguió llamando a mi casa (era la época de los teléfonos fijos), yo
intentaba no atender, pero una vez lo hice y me preguntó por qué no le hablaba
más. Recuerdo haberle dicho `vos sabés bien por qué´ y que se hiciera el
desentendido. No me acuerdo si en ese llamado o en otro, me invitó a una
reunión una noche en su casa, con gente que no estaba en pareja. Obviamente me
negué. Fue mi última comunicación con él. Decidí no dedicarme a la política
internacional, algo que me apasionaba, para nunca volver a verlo”.
Testimonio 4 (Año: 2001. Escenario: Maestría de la
Universidad Nacional de La Plata. Afectada: Alumna)
“Soy licenciada en Economía, pero siempre me interesó Medio
Oriente. Por ello, a fines de los años noventa averigüé en qué maestría podía
inscribirme. Mi novio (hoy padre de dos de mis hijos) estaba cursando,
justamente, la materia de Medio Oriente, en la facultad de Sociales de la UBA.
Así llegué a él. Conversé con él y decidí empezar la maestría de Relaciones
Internacionales en la UNLP, donde era docente. Yo volvía de La Plata a CABA en
micro. Un sábado, compartimos el viaje. Nos sentamos juntos. De la nada, se me
tiró encima para besarme. Me quedé helada. Lloré. Lo único que me acuerdo es
haberle dicho `vos conocés a mi novio´. No me acuerdo cómo siguió el viaje, ni
cómo llegué a mi casa. Nunca más volví a la maestría. Perdí tiempo, plata y, lo
más importante, mi sueño de estudiar lo que me apasionaba".
Testimonio 5 (Año: 2001. Escenario: Reunión de propuesta
laboral. Afectada: Ex alumna)
“Había sido mi profesor, lo elegí para que me entregara el
diploma. Era un vínculo de mentoría. Nos juntamos por una propuesta laboral en
un café en Barrio Norte. Nunca mencionó el trabajo. En un momento, fuera de
contexto, me pregunta '¿vos en la cama también sos tan culposa?'. Me sentí muy
incómoda, me quedé inmóvil y en silencio, mayormente mirando el piso. Por una
hora me habló de cómo se masturbaba recordando cómo me sentaba yo en clase y
con la ropa que yo llevaba en la entrega de diplomas. Me contó que él tenía una
forma de vivir el sexo diferente porque había vivido en un kibutz, relató una
situación iniciática en una carpa en la que había descubierto que gozaba con
mirar a otros tener sexo y masturbarse. Todo esto era un monólogo sin pausas.
En un momento me preguntó:
-¿Qué te gustaría más, tocarte para que te mire o que me
toque para que me mires?
-¡Quizás no me interesa nada nada de todo lo que estás
diciendo!
-¿Y entonces por qué decís 'quizás'?
Esa respuesta me terminó de enojar, porque me di cuenta que
además me estaba intentando manipular. Lo saludé y me fui. Corrí. En mi casa
escribí todo lo que había pasado. Todavía lo tengo. Unos días después le envié
un correo electrónico, le dije que no me hablara nunca más, le hablé de su
abuso de autoridad, de la diferencia de edad, de que la propuesta laboral se
había transformado en someterme a su monólogo sexual. Que su exhibicionismo me
había causado parálisis y asco. No respondió por escrito, pero intentó
comunicarse conmigo insistentemente por varias semanas. Nunca volvimos a
hablar”.
Testimonio 6 (Año: 2001. Escenario: TEA. Afectada: Alumna)
“Estaba cursando periodismo en TEA cuando lo tuve de
profesor de Política Internacional. En cada clase, se paraba delante de mí y me
acosaba con las miradas: eran sistemáticas, repetidas y explícitas durante toda
la clase: pasaba por mi entrepierna, luego mis pechos y luego mis ojos; y
volvía a bajar para empezar su recorrido otra vez. Yo me preocupaba por estar
todo el tiempo con las rodillas muy juntas, cuidando cómo me vestía los días
que iba a cursar con él. Mis compañeros comenzaron a pensar que teníamos un
vínculo íntimo, porque él transmitía eso: se me acercaba para hablarme al oído
y decirme cosas inapropiadas, asquerosas, por lo bajo, pero delante de todos. La
pasé muy mal y tenía con él dos de las tres clases semanales”.
Testimonio 7 (Año: 2003. Afectada: Periodista)
“Fue mi profesor en TEA a principio de los 2000 y, luego, el
primer periodista que me dio trabajo. En los años siguientes, ya él un
referente muy conocido y respetado, me abrió puertas que me ayudaron a comenzar
mi carrera como periodista especializada en temas internacionales. Trabajando
juntos, cuando estábamos solos, solía hacer comentarios sexuales que nada
tenían que ver con la conversación. Yo siempre trataba de cambiar de tema, pero
él seguía. La vez más grosera fue una noche en la que lo alcancé a su casa en
mi auto, y me preguntó insistentemente sobre mis gustos sexuales. Tenía veinte
pocos y él me duplicaba la edad. Me congelé, no supe qué decir, me aterrada que
la situación escalara. No recuerdo bien cómo salí de ese momento, pero sí que a
partir de ahí intenté no volver a quedarme a solas con él, y de a poco fui
abandonando esa relación profesional. Por décadas, me dio vergüenza reconocerlo,
tanto ante los demás, como ante mí misma”.
Testimonio 8 (Año: 2005. Escenario: TV Pública. Afectada:
Periodista)
“Era redactora del noticiero nocturno y de Visión 7
Internacional. Tenía con él una relación amable, hasta que un día, estando sola
en control, él entró y se colocó detrás de la silla en la que estaba sentada.
Estaba trabajando, cuando siento que me agarra el cuello y luego mete la mano
por adentro de mi pullover y comienza a tocarme. Sentí asco y humillación. Me
levanté inmediatamente, fui a la redacción y se lo conté a mis compañeros, que
como respuesta se rieron”.
Testimonio 9 (Año: 2005. Escenario: Cobertura internacional.
Afectada: Periodista)
“Tenía 25 años y trabajaba en la TV Pública. Desde allí, me
enviaron a Mar del Plata a cubrir la Cumbre del ALCA para darle asistencia
periodística a él. Al inicio del viaje, en el colectivo, hablaba de lo contento
que estaba de trabajar conmigo. Empezó a tocarme los muslos cada vez que podía,
el cuello y la espalda, en la parte de la cintura. También tenía la costumbre
de hablarme cerca, muy cerca, hasta que le sintiera su aliento. Yo me alejaba,
pero él se acercaba de nuevo. Desde el primer día se inventó que nos debíamos
una cena y desde el comienzo del trabajo no paraba de decir de lo lindo que iba
a ser cenar juntos. En ese momento usábamos handies, y por esa vía me decía
cosas fuera de lugar y me insistía con cenar. También me pidió que fuera a su
cuarto. No recuerdo qué excusas le puse para no ir. Me di cuenta de que no iba
a parar. Recuerdo la sensación de preguntarme ¿por qué hace esto? En un momento
me animé a decirle: Basta. Ni se inmutó. Yo era como su presa. Por un lado,
estaba cumpliendo mi sueño de ser periodista, y por el otro, estaba viviendo
una pesadilla. Era tan insoportable que decidí pedir ayuda. Era medianoche y él
seguía diciéndome cosas por handy. Lo puse en altavoz y le pedí a mi productora
jefa que lo escuchara. Ella no lo podía creer. Le dije que, por favor, por más
que al otro día teníamos notas importantes, me dejara irme de la cobertura,
porque él no iba a parar. Ella habló con mi jefa directora. No recuerdo qué
excusa le dimos, ni siquiera tengo claro por qué no dijimos la verdad. Me pagué
yo misma el viaje de regreso y me fui. Tiempo después, cuando me lo cruzaba en
el canal, lo evadía. Y él se hacía que no me conocía. Tuve miedo, vergüenza;
quería olvidarlo, aunque nunca pude”.
Testimonio 10 (Año: 2006. Escenario: Trámite de ingreso al
doctorado de Ciencias Sociales, UBA. Afectada: Alumna)
“Me presenté al Doctorado de Ciencias Sociales con beca
Conicet. Al haberme especializado en Medio Oriente, le pedí que me dirigiera.
Como soy de Rosario, la mayor parte de la comunicación fue por mail, y en
términos cordiales. Pactamos un encuentro en Buenos Aires para que él firmara
los papeles del doctorado. No me acuerdo en qué bar, pero cuando llegué,
comenzó a preguntarme cuáles eran mis fantasías sexuales. Ante mi negativa a
hablar del tema, comenzó a decirme que quería tener relaciones sexuales en un
avión, y que le gustaba que la gente lo mirara. Me relató un encuentro en un
hotel alojamiento con una mujer, que los vio alguien de limpieza y que eso los
excitó más. Yo estaba helada y transpiraba del terror. Salí del bar y me subí a
un taxi llorando. No entré al doctorado, no le escribí nunca más”.
Testimonio 11 (Año: 2006. Escenario: Radio Nacional.
Afectada: Periodista)
“Tenía 33 años y estaba a cargo de la revista de una
asociación civil, como secretaria de redacción. Lo contacté para entrevistarlo.
El encuentro fue en Radio Nacional. Al principio todo fue cordial. Entramos a
una sala muy pequeña, en la que sólo cabía una mesa y una silla en cada
extremo. Le hice mi lista de preguntas, y al final le consulté si quería
agregar algo que yo no le hubiera preguntado. Inmediatamente, hizo una alusión
a mi cuerpo. Me descoloqué, simulé no haber escuchado, y volví a preguntarle
'¿querés agregar algo que no te haya preguntado?'. Y volvió a decirme lo mismo.
Di por terminada la entrevista, volví a mi trabajo y se lo conté a mis
compañeros, que me dijeron que no exagerara, que sólo había sido un piropo”.
Testimonio 12 (Año: 2007. Escenario: Palacio San Martín,
cancillería argentina. Afectada: Estudiante y miembro de la comunidad islámica)
“Tenía 25 años y hacía dos años me había recibido de
licenciada en Ciencias Políticas en la UBA. Vengo de una familia de musulmanes
originarios de Siria. Para ese año yo colaboraba con una fundación turca, a la
cual llegué a dirigir unos años después. En ese entonces se desarrollaban cenas
en Cancillería, a las que acudían referentes del mundo islámico en Argentina.
Una de esas noches yo conduje el evento, y por eso estaba sentada en la mesa
principal. A mí lado se sentó él. Intercambiamos palabras, le hablé de mis
intereses académicos, y de la nada, se acercó a mi oído y me dijo: `son tan
lindas las musulmanas de acá… ¡como vos!´Me pareció un comentario desubicado de
su parte. Mi madre estaba sentada a mi lado. Al final de la noche me dio su
mail y me dijo que le escribiera, a propósito de mi investigación académica.
Así lo hice. La respuesta fue mucho peor al comentario de la cena. Me
preguntaba cómo era el sexo de las musulmanas. Me contaba sus preferencias
sexuales y me invitaba a encontrarme con él. Nunca le contesté el mail. Siempre
quedó rondando en mi cabeza qué había hecho yo para que se desubicara de esa
forma... me sentía estúpida y culpable”.
Testimonio 13 (Año: 2008. Escenario: Conferencia de política
internacional. Afectada: Periodista)
“Trabajo como corresponsal en Medio Oriente y Asia desde
hace años, cubriendo las noticias desde el lugar de los hechos. Como directora
de un curso a corresponsales, lo invité a dar una charla. Luego de la
conferencia fuimos a almorzar. Inmediatamente comenzó a preguntarme si me
masturbaba, a decirme que no me veía bien, que estaba seguro de que mi novio no
me satisfacía, y a contarme sus inclinaciones sexuales. Le dije que no me
interesaba hablar de nada de eso, pero él no se detuvo. Luego de ese episodio,
comenzó a enviarme mensajea. `¿Hiciste los deberes?´, me preguntaba. Se refería
a lo que me había dicho en ese almuerzo: si me había masturbado frente al
espejo. Yo sufrí un abuso en mi infancia, y esa situación me quebró de manera
tal que siento aún en el cuerpo, en los huesos, el dolor de la humillación que
me provocó no haber podido frenarlo con más determinación”.
Testimonio 14 (Año: 2008. Escenario: Cobertura internacional.
Afectada: Periodista)
“Llegué a Túnez junto a uno de mis jefes de Télam para
cubrir el viaje de la entonces presidenta Cristina Kirchner. Ahí conocí a
Brieger, que era parte de la delegación. Tomamos un té con galletitas en el
hall del hotel y charlamos de temas profesionales. Al día siguiente, me dijo
que no podía asistir al encuentro con la mandataria, me pidió que le
compartiera el audio y me dio su número de habitación. Subí, con la computadora
en la mano, a dejarle el audio como favor de colega. Al llegar a su habitación,
veo que tenía la puerta entreabierta. Me lo encuentro desnudo, recostado sobre
el respaldo de la cama, tapándose con una sábana, masturbándose mientras me
hablaba. No recuerdo cuanto tiempo me quedé ahí ni lo que me dijo. Me fui y
nunca más le volví a hablar. En ese momento no le dije nada a mi jefe, no era
un contexto cómodo para hablar algo así. El 99% de la delegación eran hombres.
Seguí trabajando como mecanismo de defensa. Lo bloqueé. Lo negué. Pasó el
tiempo y él aparecía en todos lados. Yo veía que ganaba premios y que cada vez
tenía más visibilidad y más poder. Me daba miedo dar la cara y exponerme”.
Testimonio 15 (Año: 2010. Escenario: Radio AM 750. Afectada:
Alumna y periodista)
“Tenía 25 años, daba mis primeros pasos en el periodismo. Él
era bastante más grande que yo y un referente en temas internacionales. Cuando
me presenté, le dije que quería dedicarme de lleno a lo internacional, que me
gustaría que me contemplara si encaraba una búsqueda laboral. Me dijo que no
tenía nada concreto para ofrecerme, pero que podía ayudarlo con las noticias
sobre Siria, algo que comencé a hacer sin percibir un salario. Este trabajo no
remunerado se mantuvo unos meses y a la par cursé su materia de Sociología de
Medio Oriente (UBA). Un día fui a hacerle una entrevista para un portal digital
en el que trabajaba. Me citó en el centro cultural Caras y Caretas, donde hacía
su programa de radio, en la AM750. Fuimos al hall y mientras lo entrevistaba se
masturbó ahí mismo, delante mío, mientras yo le pedía por favor que no lo
hiciera. Había gente cerca, pero no le importaba nada. Me llevó años entender
que no había tenido la culpa”.
Testimonio 16 (Año: 2010. Escenario: TV Pública. Afectada:
Periodista)
“Lo contacté para entrevistarlo. Me sorprendió su inmediata
respuesta a mi correo, ya que era un sábado a la noche. Mucho más me sorprendió
el tono de ese correo: me llamaba 'ovejita' (la revista se llamaba Oveja
Negra), me preguntaba qué estaba haciendo un sábado a la noche y me pidió que
le mandara fotos. Comenté esto en la reunión de sumario con el equipo de
redacción de la revista. Me ofrecieron no hacer la entrevista, o ir acompañada
por un de ellos. Sentí que ambas propuestas vulneraban mi capacidad de afrontar
situaciones difíciles. Pedí que me acompañe el fotógrafo de la publicación,
quien estaba al tanto de todo. La entrevista se hizo en la TV Pública, donde él
era columnista internacional del noticiero de la noche. Al comienzo, todo fue
normal, hasta que llegamos al camarín. Me hizo entrar y le cerró la puerta en
la cara al fotógrafo. Se sacó los pantalones y quedó en calzoncillos, camisa y
corbata. Eran unos calzoncillos grandes, de esos que tienen abierto adelante,
que abrió aún más para mostrarme su pene. Me quedé helada, pegada contra la
puerta, agarrando el picaporte. No pude reaccionar. Cuando salimos del
edificio, le conté a mi compañero fotógrafo lo que había pasado, y me dijo 'Qué
zarpado'”.
Testimonio 17 (Año: 2011. Escenario: Facultad de Ciencias
Sociales, UBA. Afectada: Ayudante de cátedra y alumna)
“Lo conocí siendo su alumna en la cátedra de Sociología de
Medio Oriente, que él dictaba en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA.
Más tarde, fui ayudante de cátedra en esa misma materia. Al tiempo, también
comencé a hacer algunos trabajos free lance para él. Sufrí dos situaciones
claras que me incomodaron y que recién ahora, en 2024, puedo identificar como
acoso sexual. La primera, fue un día en que me lo encontré en el pasillo de la
Facultad poco antes de que empezara su teórico: recuerdo que nos pusimos a
charlar, en principio de forma cordial, y de golpe se me acercó a la cara y me
hizo un comentario sobre mi cuerpo. Me quedé inmóvil y 'salí' de la situación
abruptamente, ante la llegada de una de mis compañeras. La segunda situación
fue por mensaje de texto, y más explícita: teníamos una cena de la cátedra y me
mandó un mensaje preguntándome si después de la cena me quería `fugar con él´.
Nunca le contesté; tampoco fui a esa cena. Finalmente, acordamos el pago de lo
que me debía y ese fue el fin de mi trato con él. Al tiempo renuncié a la
cátedra”.
Testimonio 18 (Año: 2012. Escenario: Entrevista. Afectada:
Periodista)
“Estaba haciendo un programa especial por las elecciones en
Venezuela para el canal Hispantv, lo invité a participar, ya que él se
encontraba en Caracas. Apenas lo recibí en el hotel en el que se realizaba la
transmisión, me miró de arriba a abajo, fijó su mirada particular e
insistentemente en mis pechos, me abrazó, me acarició la espalda de forma
inapropiada y, acercándose, me habló con voz libidinosa. Continuó la entrevista
sin apartar su mirada en la misma parte de mi cuerpo”.
Testimonio 19 (Año: 2019. Escenario: Radio 10. Afectada:
Periodista)
“Conseguí trabajar en el programa de radio donde él estaba. Era la columnista de género. No cobraba, pero recién empezaba mi carrera y me parecía importante tener esa experiencia. Comencé a recibir sus comentarios desubicados y traté de soportarlos, pero eran constantes. Hasta que comenzó a enviarme mensajes a mi celular. Y yo, que supuestamente tenía que darles herramientas a las oyentes sobre estos temas, no sabía cómo responderle sin poner en riesgo mi trabajo. Decidí renunciar. Para explicar por qué me iba, le mostré las capturas de pantalla al productor”.
Fuente: Página 12 |