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Con Sello Patagónico | VOLUNTARIADO | Sábado 11 de mayo de 2024
Third slide

Las Damas de Rosa: Una historia de amor y altruismo

Las Damas de Rosa, voluntarias que trabajan en el Hospital Regional de Comodoro Rivadavia, brindando servicio de apoyo y contención a los pacientes internados y a sus familias. Comenzaron su actividad hace casi 36 años, en el año 1988. La entrega altruista y el amor hacia otras personas es el denominador común de este grupo de mujeres. Conocé más sobre ellas.


Las Damas de Rosa del Hospital Regional. Foto Con Sello

Las mueve el querer ayudar al prójimo. Dedican muchas horas de sus vidas brindando contención y amor a pacientes y familiares de la comunidad hospitalaria del nosocomio de Comodoro Rivadavia. Ellas son las voluntarias ‘Damas de Rosa’. 

Un guardapolvo rosado es el uniforme que las distingue y aquel atuendo es llevado con amor y orgullo. El nombre de la denominación “Damas de Rosa” o “Damas Rosadas” proviene de los viejos años de la Segunda guerra mundial, en donde las mujeres que realizaban esa tarea de asistencia durante los conflictos bélicos utilizaban un delantal blanco que, al mancharse de sangre, terminaba tomando un tinte rosado. 

A partir de entonces apareció el rol de la ayudante hospitalaria, y el nombre que se le dio fue Damas Rosadas. En la actualidad, las colaboradoras visten un delantal rosa que las identifica.

 “Oficialmente nos conformamos el 4 de abril de 1988, cumplimos ya 36 años de servicio”, refiere Olga Reales, en conversación con este medio. Y relata que la agrupación “se originó por un deseo especial de nuestra querida Ani Grané (Anabella Rahed de Grané), con aval y el apoyo del  padre Juan Chiabrando -capellán del hospital - y en compañía de Malena Roux y Eva García Casas de Moreno. Ellas eran integrantes de la Cruz Roja Argentina y ya habían participado como voluntarias en tiempos de la guerra de Malvinas, acompañando a los solados en el Hospital. En ese entonces estaba de director el Dr. Ricardo Petinari y él apoyó la iniciativa”, cuenta Olga, quien lleva 12 años de voluntariado.

“Nuestra organización es autónoma, pero todas las decisiones se comunican a las autoridades del nosocomio”, aclara Olga.


Patricia Garbuglia, voluntaria con 12 años de servicio, describe cómo es la disposición del trabajo: “Somos voluntarias del Hospital Regional, nuestra actividad la desempeñamos allí dentro. Cada una de nosotras tiene designado un día, que depende de nuestros horarios e intereses. Vamos mínimamente dos horas a visitar a los pacientes, a “hacer sala”, a acompañar al paciente hospitalizado y a su familia. Cubrimos todos los días de la semana, pero además tenemos otros proyectos, como el ropero, organizar donaciones, el Club de la leche, entregar a los servicios ropa  u otros insumos. Tenemos diversas actividades, pero la esencial, y a la que apuntamos a mejorar siempre es el acompañamiento al paciente y sus familiares”. 

Asimismo, las voluntarias remarcan que es una agrupación sin fines de lucro, a base de donaciones de la comunidad. “Llevamos 36 años de subsistencia gracias a la solidaridad de la gente”, refieren. 

Hoy son más de 24 las Damas de Rosa. Para ser voluntario se necesitan ciertos requisitos, uno de ellos es cumplir 60 horas de servicio junto con una instructora, cumpliendo dos horas semanales. Eso lleva un proceso de aproximadamente seis meses. “Está estipulado por reglamento y debemos cumplirlo todos los que se inicien en el voluntariado”, señalan. 

Además del trabajo en el Hospital de Comodoro, “dentro de nuestras posibilidades también compartimos con otros hospitales que lo requieran, enviando ropa de abrigo, a nosocomios y/o instituciones de Sarmiento, El Bolsón, Río Mayo. Vamos distribuyendo donde haga falta”, señalan. 

A su vez, dentro del Hospital hay varios tipos de organizaciones que colaboran o tienen algún tipo de acción voluntaria. Las Damas de Rosa comparten un espacio físico con los voluntarios de la Pastoral de la Salud, que depende de Catedral. Se trata también de un trabajo en red. “Cuando alguien necesita; ya sea merenderos, servicios social del Hospital u otra organización, siempre estamos en comunicación”. 


LA CONTENCIÓN PUERTAS ADENTRO

La agrupación aprovecha la oportunidad para agradecer especialmente a la psicóloga Mariela Morales, quien las ha guiado en una serie de encuentros de contención puertas adentro para las propias voluntarias. También agradecen al Colegio Patagónico del Sol, que les ha prestado el espacio para desarrollar las reuniones. 

“Cerramos una serie de encuentros con la psicóloga Mariela Morales. Veníamos trabajando cuestiones como el autocuidado para poder preservarnos nosotras, porque es cierto que trabajamos mucho con la tristeza, la angustia, la soledad, entonces tenemos que hacer un trabajo personal. Surgió como una necesidad del grupo sobre fines del año pasado y organizamos tres encuentros mensuales”, comenta Patricia ante Con Sello. 

LA “VOLUNTARIA EXTERNA” QUE NACIO EN PANDEMIA

Las voluntarias Damas de Rosa trabajan nucleadas bajo la Coordinación de CIVHA, Coordinación Institucional de Voluntarios Hospitalarios de la Argentina. “Tenemos un reglamento por el cual nos regimos, donde se especifica lo que podemos hacer y aquello que no, y su vez dependemos de un organismo mayor – CIVHA -, que agrupa a gran parte de los voluntariados del país, recibimos asesoramiento, capacitaciones, directivas, etc.”. indica Patricia.

“Tenemos sostén y asesoramiento de manera virtual. En pandemia hemos consultado mucho, hubo que reorganizarse y la central hacía reuniones dando consejos, porque muchos voluntarios en los hospitales que no podían asistir de nuevo luego, ya sea por edad o por enfermedad, y crearon lo que se llama “voluntario externo”, para aquellas personas que no podían ir por determinadas dificultades de salud o algún otro inconveniente, con la idea de seguir trabajando para el voluntariado desde afuera, pero perteneciendo”. 

AYUDAR AL PROJIMO, EL HILO QUE LAS UNE

“La llegada de cada una de nosotras a la agrupación ha sido de diversas formas, pero el deseo de ayudar está en todas. Tenemos mujeres más mayores, otras jóvenes, jubiladas, otras que trabajan fuera de casa, estudiantes, pero siempre el deseo de ayudar es el hilo conductor que nos trajo”, comentan. 

Patricia recuerda que “una de las chicas voluntarias tuvo a un hijo internado un tiempo acá y otro en Buenos Aires y ella dice que eligió esto porque - en sus palabras - está sanando algo y devolviendo un poquito de la ayuda que recibió. Estuvo del otro lado”.

Creo que todas tenemos una historia que nos moviliza. Si bien, debemos hacer el trabajo de preservarnos emocionalmente y no involucrarnos, no es nada fácil. Hay veces que estamos mejor, otras peor y las cosas te llegan de una manera distinta”.

“No me voy a olvidar nunca, un 15 de mayo de 2020, recién empezaba la pandemia, me hablaron de un nene que estaba en el hospital, había llegado de Río Mayo. El niño estaba en Terapia Intensiva y conocí a los papás ese mismo día. Fue muy fuerte. El nene fue evolucionando, de aquel momento ya pasaron cuatro años. Nos seguimos mensajeando a veces con los padres. Recuerdo que se trató de una situación muy difícil, porque eran papas jovencitos y al niño lo había pateado un caballo, pasó mucho tiempo en Terapia. Al nene no lo conocí hasta mucho tiempo después. Todo lo que aprendí lo desaprendí en un solo día de un cachetazo. No me olvido más del frío que hacía ese día y ver a esos papás en la escalera”, relata Patricia. 

Cecilia Jara, voluntaria de 9 años de servicio, señala: “es una consigna de la organización; no podemos hablar de política, ni de religiones. Es un reglamento que nosotras tenemos que cumplir. Pero una vez entré a la sala de las mamás de los niños prematuros y había una abuela destruida porque tenía a la hija y al nieto en Terapia. Entonces, sentí que no me quedó otra opción y le pregunté; ¿le pediste a Dios? ¿Querés rezar? Y me dijo nunca recé, no se rezar. La agarré de la mano y le dije, hablá con Dios, que él te va a escuchar. Son cosas naturales, que salen en momentos así”. 


RESIGNIFICAR LA TAREA

Mabel Sicard, es una voluntaria con 25 años de servicio. Hoy “la tejedora oficial de escarpines y gorritos”, de las Damas de Rosa. “Eso es resignificar la tarea. Mabel, después de la panedemia no pudo volver al Hospital y mensualmente ella trae su provisión de escarpines, con los cuales preparamos ajuares y suvenires para los nacimientos”, acota Patricia. 

En tanto que Mabel agrega: “Empecé a los 50 años, hoy tengo 76, y después de pandemia decidí quedarme en casa. Fue una etapa de mi vida, extraño hacer sala, pero pienso que hasta este momento fue una etapa, quizás algún día vuelvo”.

A diferencia de Mabel, que hoy está como “voluntaria externa”, Mimi Martin, con 27 años de servicio, está retomando la actividad al interior del nosocomio. “Ella fue muchos años jefa y tuvo la dificilísima tarea de preceder a Ani Grané. Hace un tiempo debió retirarse y ahora está de nuevo en las pistas”, cuentan las compañeras. 

“Estuve 27 años continuos y por temas de salud tuve que alejarme, pero siempre desde mi casa con el corazoncito y atenta a lo que las chicas necesitaban. Contra viento y marea y la edad que tengo, dije esto es algo que me hace bien, que lo necesito. Necesito darme. Dios me va a proteger, así que con toda la prevención, en marzo volví”, relata Mimí. 

Otra de las mujeres que pertenece a la organización es Carmen, de nacionalidad venezolana y durante más de 40 años ofreció sus servicios al voluntariado de Venezuela. Forma parte de las Damas de Rosa desde que llegó a la ciudad, hace unos 5 años. 

Irene Larrozza; relata a su turno: “coincidimos todas en que nos da felicidad, estamos en el grupo porque todas sentimos que tenemos que dar algo, y también recibimos, porque el cariño que se recibe es muy importante. Poner la oreja, escuchar a alguien que lo está necesitando, una mirada. A veces no es lo material, es el estar al lado de una persona, que te tomen la mano y te digan que no estás solo. Se hace con amor”. 

Mercedes Cabrera es estudiante de Medicina y desde hace un año aproximadamente se acercó a la agrupación en un evento solidario en el que participaban. “Venía buscando desde hace mucho tiempo sumarme a un voluntariado, las encontré y me quedé. El primer día que llegué al Hospital recuerdo que pasamos por Pediatría y nos encontramos con una abuela que, aparentemente, estaba hace mucho tiempo, habló dos o tres palabras y se puso a llorar porque comentó que, si bien ya su nieta estaba mejorando, la situación la sobrepasaba y necesitaba contención. Además de las necesidades materiales, es por estas cuestiones que estamos ahí”, refiere Mercedes.